La energía vital de Irene Villa se palpa en cada una de sus palabras. Su historia es una carrera de fondo donde la superación y el amor marcan su hoja de ruta. Lucha por la armonía social y es la voz de quienes no tienen voz. En el Día Internacional del Periodista, Irene Villa nos recuerda que la vida es una montaña rusa para todos y la solidaridad la varita mágica que consigue levantarnos para salir adelante.
En la actualidad, ¿por qué es importante la labor de los medios de comunicación para dar voz a los colectivos más vulnerables?
Lo primero, porque lo que no se comunica, no existe. Y lo segundo, porque los periodistas tenemos el compromiso social de construir una sociedad más humanitaria, más sensible y más comprometida. A mí siempre me ha gustado ser la voz de quienes no tienen voz. Los comunicadores estamos aquí para contagiar cosas buenas y promocionar ese bien común que beneficia a la sociedad, al mundo y que consigue mejorar la convivencia y favorece un clima más positivo. También hago un uso activo de las redes sociales para trasmitir y contagiar a otros. Creo que descubrir a través de mis redes a otras personas que nunca se rinden, es positivo. Me lo tomo como un servicio público a los demás. En definitiva, para mi la mente es como un paracaídas: funciona mucho mejor cuando se abre. Y una mente abierta beneficia a quien la tiene. Los medios tenemos que fomentar esta apertura mental, esta flexibilidad, esta empatía con quienes son diferentes, con los grupos que históricamente han estado marginados.
¿Y las instituciones? ¿Qué papel juegan para construir una sociedad más justa?
Es importantísima la labor de instituciones y empresas que trabajan por la humanización de todas las esferas en nuestra sociedad. Precisamente, lo que hacéis vosotros desde la Obra Social es visibilizar las diferencias que existen. Mostrar los diferentes colectivos ayuda a construir esa tolerancia, ese respecto y fomenta la inclusión, lo que es una mejora para todos.
¿Por qué es importante la solidaridad?
La solidaridad es fundamental. Yo siempre lo digo en mis conferencias: “cuenta lo que te pase para que te puedan ayudar”. Yo estoy aquí porque todo el mundo se volcó conmigo cuando supo lo que me había pasado. La solidaridad es como la varita mágica que te ayuda a levantarte y a salir adelante. Todo el mundo necesita ayuda en un momento determinado porque la vida es una montaña rusa para todos, no solamente para los que tenemos una discapacidad.
¿Qué herramientas emocionales necesitan o pueden aplicar las personas que viven en una situación de exclusión social?
Una herramienta básica y fundamental es la autoestima. Uno tiene que hacer crecer su autoestima, regarla y potenciarla. Pienso que cuando tienes la autoestima en su lugar, eres feliz y no te hace falta nada más. Y es importante protegerla porque es muy delicada. Me gustaría que los medios mostraran más a menudo lo importante que es tener una sana autoestima porque siento que fomentarla mejora la convivencia, la cordialidad y la armonía. Y en mis libros, es un mantra la armonía social.
Hablando de libros, ¿cómo has vivido el lanzamiento de tu séptimo libro?
“Los ochomiles de la vida” es un libro que prácticamente tenía en mente desde que publiqué “Saber que se puede” en 2004. Me gustó la experiencia de escribir y quería hacer un libro similar, pero han tenido que pasar 15 años y una pandemia de por medio para que viera la luz. El sufrimiento por la pandemia me hizo ponerme con él. Y es que el confinamiento fue muy doloroso: primero, encerrados en casa; después, privados de los demás, de besos y abrazos y, por último, el miedo al virus. Fue terrible. Y ahí decidí desempolvar todas mis notas de hace quince años y plasmar mis aprendizajes en este libro.
¿Qué has aprendido de tus adversidades, de tus propias dificultades?
Pues que nadie consigue encontrar lamentablemente su mejor versión sin pasar ese túnel del dolor. Yo siempre parafraseo a Buda y esta frase también marca mi vida: “El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional”. Yo creo que es inevitable atravesar ese túnel del dolor para crecer, aprender y saber qué lección hay escondida.
Entonces, ¿cuál es la clave para mantener una actitud positiva?
La clave es precisamente no instalarte en ese túnel del dolor sino atravesarlo con la esperanza de que la luz va a llegar. Al final todo pasa, lo importante es seguir aprendiendo y creciendo en ese momento menos bonito o placentero, pero lo mejor siempre está por venir. Y que la vida es eso. Y no pasa nada, esa es mi frase. La vida es una montaña rusa. Hay días que estás con el viento a favor y hay otros en los que estás abajo, pero que sabes que vas a volver a subir con aceptación, adaptación y actitud positiva. Vosotros os acercáis a diferentes realidades y conocéis bien el valor que hay que tener para salir de una situación de sinhogarismo o la fuerza de las personas con discapacidad y sus familias para luchar por la inclusión. Estáis a su lado y le ofrecéis una mano amiga para que salgan adelante.
¿Cómo vives ser un referente para la juventud?
Es alucinante y todavía me sorprende. Me emociona que jóvenes y adolescentes hablen de mí y me conozcan. Siento que necesitan estos mensajes y más en la adolescencia, donde se te rompe una uña y crees que es el fin del mundo. Ver que hay gente que ha superado cosas más graves, que ha atravesado ochomiles más complicados que la adolescencia, creo que es como un rayo de luz para ellos así que… ¡bienvenido sea!
¿Quién te inspira cada día?
Mi madre. Mi madre me ha enseñado que sin pierna y sin brazo está agradecida a la vida y eso es un ejemplo para todo. Es una mujer plena, feliz, válida, agradecida, llena de energía y entonces, el resto, ¡cómo no lo vamos a ser! Creo que atrevernos a conocer todo tipo de realidades y situaciones nos ayuda a relativizar y a dejar de quejarnos, porque eso también es una discapacidad. Y mucha gente vive en la discapacidad de la queja teniéndolo todo.
Obra Social San Juan de Dios
La Obra Social San Juan de Dios apoya a miles de personas vulnerables dentro y fuera de nuestras fronteras. Entre otras acciones, apoya cuidando a los enfermos en sus momentos más difíciles, ofreciendo alimentos a familias necesitadas y protegiendo y acompañando a mayores, personas sin hogar, personas con discapacidad, personas con adicciones y personas con problemas de salud mental en nuestros centros.
Son muchas las personas que nos necesitan y gracias a las aportaciones de personas como tú podemos estar a su lado. Ahora más que nunca, Hospitalidad. Tu apoyo ahora es más necesario que nunca.