Quiero empezar esta comunicación con todos vosotros dando las GRACIAS. De corazón, mi más sincero agradecimiento. Soy consciente y os puedo asegurar que las personas que formamos parte de la Obra Social hemos dado, en este pasado año 2020, lo mejor de cada uno de nosotros. Guiados por los valores y las enseñanzas de San Juan de Dios, nuestro fundador, hemos volcado nuestra acción en ayudar a las personas que se encontraban en situación de vulnerabilidad o exclusión social y que la aparición de la pandemia solo hizo que agravar, la ya difícil situación que vivían.
Pero también soy consciente de que todo esto no hubiese sido posible sin la ayuda de las miles de personas que vuelcan en nosotros su confianza y nos hacen merecedores de sus donaciones. A mi sentimiento de gratitud, como no podía ser de otra manera, se une un gran sentido de la responsabilidad para que la ayuda que ofrecemos llegue realmente a quien la necesita, de manera eficaz y responsable.
Esta semana se cumple un año del estallido de una de las crisis sanitarias más devastadoras de la historia de la humanidad. Desde que se declarara la pandemia en marzo de 2020, solo en España más de 3 millones de personas se han contagiado y casi 70.000 han fallecido. Cifras que me hielan el alma. Pero si, además, a estos números sumamos todos aquellos que han pasado a la exclusión social por la pérdida de ingresos económicos, o los que han quedado solos y aislados sufriendo las tristes consecuencias de la soledad, mi sensación de escalofrío es aún mayor.
Los Hermanos de San Juan de Dios llevamos 500 años al lado de los que más sufren. Nuestra experiencia nos hizo poner rápidamente el foco en las prioridades más acuciantes ante las que nos teníamos que enfrentar en el difícil contexto de confinamiento:
- Seguir ofreciendo el calor de un hogar y protección frente al virus a quien no tiene casa, prolongando las estancias.
- Manteniendo el apoyo alimenticio a las familias sin recursos que desde 2013 venimos apoyando y que gracias a nuestros programas pueden dar una alimentación más adecuada a sus hijos.
- Acompañando a los mayores y dependientes a los que el confinamiento había relegado a una no deseada soledad y sumidos en el miedo.
- Protegiendo a las personas con discapacidad para evitar al máximo que se contagiaran y que esto pudiera provocar un agravamiento de sus dolencias propias.
- Adaptando la colaboración de los equipos voluntarios, para que, en los casos en los que se pudiera, siguieran estando al lado de quien los necesitaba.
Y así hicimos, siempre desde la máxima responsabilidad en el uso de los recursos que disponíamos para ello. En 2020 hemos destinado: 993.444€ en dar el calor de un hogar a 938 personas sin techo y ofrecer alimentos y apoyo socio sanitario a 568 familias sin recursos y en exclusión social entre los que además distribuimos 56.187kg de comida en colaboración con el Banco de alimentos; 92.910€ en acompañar y ayudar a más de 100 personas mayores en situación de dependencia y soledad; 91.595€ en dar a apoyo a más de 100 personas con problemas de adicción y de salud mental; 16.293€ en ofrecer apoyo bucodental a niños y adultos de familias sin recursos; 3.492€ en proteger de la COVID-19 a más de 900 personas con discapacidad intelectual. Pero, además, nuestra ayuda no tiene fronteras y desde la Obra Social destinamos 537.623€ para llevar la cooperación internacional a miles de personas en todo el mundo.
Este año que pasa, quedará en nuestro recuerdo como un año intenso, que nos deja un sabor agridulce en el que el dolor por la pérdida de miles de almas convive con la satisfacción por poner, más que nunca, la hospitalidad al servicio de los que realmente la necesitan; satisfacción por ver la entrega y la dedicación de los profesionales sociales y sanitarios en hacer su trabajo lo mejor posible.
El pasado 16 de marzo en la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios en España, vivimos uno de los momentos más importantes de nuestra historia reciente. Las tres Provincias canónicas españolas, se unificaron en un única Provincia. Esto supone importantes adaptaciones a la nueva realidad a la que todos iremos, poco a poco, adaptándonos. Vuelvo a reiterar aquí el sentimiento con el que abría este artículo, mi más sincera gratitud por el trabajo realizado todos estos años. Cerramos esta etapa con la satisfacción de haber podido ayudar a mejorar la calidad de vida de muchas personas que nos necesitaban y con la garantía de que en el presente inmediato continuaremos con la misma responsabilidad y mayor proyección adaptándonos a las nuevas circunstancias.
Esto no es un adiós. Es un continuaremos. Los valores y ejemplos de San Juan de Dios nos siguen guiando, ésta vez a través de vínculos reforzados en una Provincia única.
Hermano Ángel Medina